Para comenzar este artículo, hay que decir que Sao Paulo es grande. Pero no tan grande como El Alto, o grande como Sucre o como París, pero grande como 3 París. De hecho, la ciudad cuenta con 20 millones de habitantes, algo así como dos veces Bolivia
Por lo tanto, ya que todavía queríamos visitar otra ciudad en nuestra vida, y que la clonación es ilegal en Brasil, nos vimos obligados a tomar decisiones.
Como ya habíamos visto los grafitis de Kobra, artista Paulista, decidimos explorar un poco más este arte visitando el barrio de Vila Madalena. Nuestra segunda opción fue guiada por Andrea y su pasión por el sushi, y el dolor de no encontrar buenos donde sea en América Latina. Así que fuimos a conocer la civilización japonesa escondida en el barrio de Liberdade. La ciudad es tan grande que hacer estas dos actividades nos tomó dos días enteros, las distancias terriblemente largas, paradas de metro cada uno separada de alrededor 2,5 km, y cada viaje si no se conoce a la perfección las líneas de autobuses es mucha perdida de tiempo. A esto le adjuntan una lluvia torrencial que no ha parado durante 2 días, la verdad es que fue realmente una lucha la realización de este artículo!
Barrio de Vila Madalena y su beco do Batman :
En general, el arte de la calle está muy presente en Brasil, debido a que la ley lo permite sólo cuando es artístico, y prohíbe los carteles publicitarios. Así, se puede ver aparecer barrios inusuales.
Básicamente iniciada por una sola obra que representa a un hombre murciélago, fue todo el barrio que se convirtió en el refugio de todos los artistas de grafiti y estudiantes de Bellas Artes en Sao Paulo, llamados por los locales «El Beco do Batman «: La avenida de Batman.
Estos artistas están peleando constantemente por las paredes, transformando el lugar en un museo abierto donde las obras cambian constantemente, y son protegidas por la gente de barrio de los simples grafitis.
Un trozo de Japón en Brasil: el barrio Liberdade
Este barrio de Sao Paulo es el hogar de la segunda población japonesa del mundo. Al salir del metro, uno está cara a cara con un banco brasileño a la arquitectura de templo japonés. Poco a poco, mientras uno pasea, tiene realmente la sensación de salir de Brasil y hacer un pequeño viaje en Asia. Se pueden visitar Los jardines japoneses (un poco descuidados pero manteniendo el alma de los verdaderos con sus bambús y sus carpas), comer sushi o ramen en uno de los muchos restaurantes japoneses, ir de compras o encontrar su decoración japonesa, comprar espadas, todo bajo las farolas con diseño japonés.
Este barrio hizo brillar los ojos de Andrea, que se alimento unicamente de Maki durante dos días. Basta con decir que lo conocemos bien.
Por último, la visita de Sao Paulo fue breve pero muy intensa. Es una ciudad perfecta para vivir (uno no se debe aburrir), pero bastante difícil de visitar, porque hay tantas cosas que se tardaría unos cuantos años para ver la mitad. Pero por desgracia no nos quedamos demasiado ya que teníamos que conquistar nuevos territorios hasta el infinito y más allá.